La deflación es la baja sistemática de los índices de precio, se operacionaliza a través de un IPC negativo constante por un periodo de un año. Aunque en realidad, es más importante lo cuantioso de la baja generalizada que el tiempo; sin en un trimestre la baja de precios llega al 10% con IPC negativo, ya es posible hablar de una deflación severa, aunque el tiempo sea corto; pues tales bajas ya hablan de una recuperación difícil.
La recuperación de un proceso deflacionario es altamente compleja; pues hay pocas experiencias al respecto, y no hay que olvidar que la economía trabaja con patrones teóricos y convicciones políticas y sociales, y no es una ciencia exacta en absoluto; lo cual casi no es necesario recordar hoy en Europa, con la tragicomedia de equivocaciones que han mantenido desde el 2008 las autoridades económicas; sin embargo siempre vale la pena decirlo.
En general la causa de la deflación es una baja en la demanda que puede producirse por sobre oferta, como es el caso del mercado inmobiliario español actual, que necesariamente va a implicar una rebaja generalizada de precios. También puede deberse a falta de dinero circulante, como es el caso de falta de acceso a crédito y rebaja de ingreso. Esto es particularmente común en momentos de gran desempleo y alto endeudamiento, o de alzas sostenidas de las tasas de interés. Creo que no es necesario al respecto decir nada sobre la actualidad española, el lector puede fácilmente ir uniendo los elementos.
Las crisis por deflación son largas, con grandes costos sociales y tienen una enorme capacidad de destrucción del empresariado. Básicamente existen dos fórmulas para evitar o corregir el camino deflacionario cuando ha comenzado: primero la rebaja de las tasas de interés, para abrir el crédito y subir la demanda, la segunda la inversión pública para estimular el crecimiento y el empleo. A veces se puede ensayar una combinación de ambas y aplicar una devaluación en caso extremo.
Hay una ventaja frente a la deflación: es fácil de anticipar y predecir; aunque parece ser que en España nadie está muy preocupado por ello; pues, si bien se busca que haya acceso al crédito y de eso se trata todo el ruido con el déficit fiscal y el saneamiento de la banca; por otro lado, la inversión pública ha desaparecido, y se sigue destruyendo empleo público. El acceso al crédito es positivo; pero, no hay que olvidar que la deuda de las empresas españolas es muy alta, por lo cual no puede ser una medida absoluta. Por otra parte el recurso extremo de la devaluación, tampoco está a la mano, pues el euro, no puede ser devaluado por España en caso de que fuese necesario. En definitiva, hay síntomas que permiten anticipar tendencias a la deflación; pero la política económica actual sólo puede agravar tales síntomas.