En realidad tampoco es un país para viejos, tal vez lo que ocurre es que España se deshace, como un reseco montón de tierra, bajo los pies de sus gobernantes, entronados sobre el cadáver de la ciudadanía. Para cualquier persona mentalmente sana debería resultar absurda la simple posibilidad de ser el tuerto en un país de ciegos; pero si encima el cíclope le saca los ojos a todo el mundo con el único fin de mandar…
Anoche, al conocer otro de los detalles de la incalificable reforma sanitaria del Gobierno popular, no podía sacarme de la cabeza la imagen de aquel cuadro del romántico francés Géricault, Le Radeau de la Méduse, en el que los supervivientes de la fragata Medusa intentan mantenerse a flote sobre los cadáveres de sus compañeros. Dejaré de un lado las interpretaciones freudianas, que seguro que las habrá, e imaginaré que el delirio era obra tan sólo de la pastilla para dormir.
Como al rey, me quita el sueño el futuro de los jóvenes españoles. Tengo una edad en que mis hijos, sobrinos y buena parte de mis familiares son púberes o adolescentes. En cualquier caso todos ellos son muchachas y muchachos cargados de fuerza juvenil, de ilusionantes ideas sobre sus propios porvenires, estudiantes apasionados del sms y youtube, desde venideros artistas a prodigiosos cirujanos, abogadas, trapecistas, pescaderos, camioneras, celadores, paisajistas… ¿Cómo les rompo el sueño? ¿Cómo se les cuenta a ellos, con esa indiferencia lógica por las absurdeces de la macroeconomía y las decisiones políticas de los salvadores de la patria que éste, su país, no es país para jóvenes?
Díganme ustedes, los millones de ciudadanos que están en mi misma situación, cómo le están explicando al cupo del “futuro de España” que les ha tocado educar y proteger, que hoy lo tienen más difícil que nunca; que han pasado de primer mundo a emigrantes; que les están vetando el derecho a una educación y les complican el pago de las tasas de universidad; que satanizan sus opciones sexuales y les ofrecen posibilidad de cura si son AMS (Atraídos por el Mismo Sexo); que no existe trabajo remunerado para ellos, pero sí “voluntariado a la madrileña“ o contratos con períodos de prueba anuales; que tampoco tienen derecho a enfermar, porque como no habrán cotizado, o bien porque son de los afortunados a los que les permiten estudiar, o desgraciadamente porque sin poder hacerlo tampoco encuentran un trabajo digno, deben pagar los tratamientos médicos, las curas y los medicamentos que necesiten…
Por cierto, tampoco se me ocurre buena opción decirles que es algo que mejora con la edad, porque sólo tienen que echar un vistazo a lo que está ocurriendo con nuestros ancianos, desahuciados, acudiendo a comedores, viendo recortadas sus pensiones, pagando sus prótesis… No, definitivamente este tampoco es país para viejos.
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