Amanece que no es poco, como dijo hace años José Luis Cuerda, y seguimos a rastras con Bankia. No se extrañen, tenemos para rato. Nunca mejor dicho. Hoy leo en Elplural.com un artículo en el que avisan de que el Gobierno intenta ‘colocar’ a Rodrigo Rato en Repsol. No creo que a nadie le parezca raro, la derecha siempre ha dejado muy situados a sus políticos, al frente de estupendos cargos de asesoría, en empresas que primero suelen mangonear cuando gobiernan. Que se lo pregunten al expresidente José María Aznar y a tantos que le acompañaron con carteras ministeriales.
Pero lo de Rato con Repsol podría rozar lo patológico, si no resultara absurdo que una parte de los españoles se hubiesen sentido tan ofendidos con Argentina por la nacionalización de YPF y sin embargo ahora mantengan la boca cerrada ante la ‘amenaza’ que supone el exministro de Economía. Repsol corre peligro, porque todo lo que toca Rodrigo Rato queda extenuado, exánime, consumido, casi extinto.
A punto estuvo de ‘colapsar’ el FMI, nos ha dejado con el muchuelo de Bankia y ahora es de prever que si le procuran un ‘carguito’ en la firma petrolera acabemos también socializando pérdidas procedentes del crudo y esto ya sería una especie de asesinato en serie, pero en el campo económico; como un ‘Dexter’ sangrante, más que sangriento; con una trama protagonizada por un economista que va ‘aniquilando’ todo cuanto toca, pero a quien nadie para los pies ante la posibilidad de que el ‘aniquilador’ se vaya de la lengua… Por supuesto todo esto será otro derrape de mi cansada neurona, pero yo siempre he sido muy ‘maya’ con el PP y creo que los mesoamericanos se referían a ellos cuando vaticinaban el fin del mundo.
Pero como los locos y los borrachos siempre dicen la verdad, y si me empeño podría ser las dos cosas, no estaría mal que andaran atentos a la última jugada con Rodrigo Rato como protagonista, para quien Repsol podría ser otro ‘premio’ y también resultaría adecuado que empezáramos a pedir cuentas a quienes con sus actos se cargan el tejido empresarial, que luego hemos de pagar todos los españoles, bajo el estrambótico nombre de ‘nacionalización’. Ir a la cárcel por hundir una empresa, que luego han de salvar los dineros públicos, podría empezar a ser una medida de Justicia.
Imagen: Un mundo peculiar
Alex says
Es el Lotina de las empresas…