Por fin se reconoce que el bye bye de Grecia, tan evidente y tan negado, está preparado. Por supuesto que el abandono de Grecia a su suerte, después de que la hayan exprimido como a un limón, está más que listo desde hace bastante tiempo, pero para quienes gusten de creer otra cosa pues… ¡mira, un elefante volando!
La situación en que queda el país heleno es el fiel testimonio, en vivo y en directo, de la perversión más salvaje y deshumanizada de la Europa del siglo XXI. La Unión Europea se ha cubierto de gloria y los mandatarios que nos han traído hasta aquí pueden sentirse muy orgullosos, porque saldrán en los libros de historia, claro que a ver qué se cuenta de ellos. A mí, por poner un ejemplo, me daría mucha vergüenza llevar el ADN de Hitler y aunque no se hable abiertamente de ello, en esta época y en el viejo continente, tan democrático, tan civilizado, tan solidario… hay mucho fascismo gobernando.
Ese concepto de new-nazionalsocialismo-disfrazado-de-neoliberalismo-y-hasta-socialdemocracia ha asesinado a Grecia y ha sacrificado a millones de griegos, de ‘socios comunitarios’ sin una pizca de pudor. Ahora Grecia ya está muerta y abandonamos sus despojos en el ágora, para que los carroñeros la hagan desaparecer. Fin de un capítulo y a otra cosa, mariposa.
¿Problema? Que para los que ya nos queda más bien poca ingenuidad, la crónica de la muerte anunciada de mi querida España, esa España mía, esa España nuestra también está a la vuelta de la esquina. Aunque Mariano Rajoy vaya a las reuniones para hablar del futuro de Europa, bobo será al que se le escape que no es invitado, sino convidado de piedra o, peor aún, el criado de Frau Merkel, quien necesita acólitos que dijesen amén a cuanto ella quería oponer a las tesis del crecimiento de Hollande.
Por si fuera poco, lo único que pretendía el presidente español era conseguir algún apoyo ante el BCE y sólo se trae la indiferencia de todos los líderes europeos, sin excepción, que han decidido ignorarle, como si no existiera.
La muerte de España lleva tiempo anunciada, sólo nos falta saber qué final decidirán para nosotros, aunque con el programa político-económico de Rajoy, tal vez optemos por el suicidio. La soga al cuello ya la tenemos los españoles de a pie.
Imagen: Ernesto Priego