Esta mañana nos hemos despertado con el presidente del Gobierno en el Congreso de los Diputados, ‘explicando’ el rescate al sistema financiero español y mientras, uno de los diarios más importantes del mundo, The New York Times, anuncia que resultará inevitable un segundo rescate a España y que esta vez será directamente al país.
El medio de comunicación es categórico y tajante y aunque admite que en otras épocas los 100.000 millones pudieran haber calmado los mercados, en los tiempos que corren no bastará para contener el nerviosismo. Lo cierto es que ayer pudimos contemplarlo con la prima de riesgo, que lejos de relajarse, volvió a alzar vuelos y situarse en los 530 puntos.
La explicación es sencilla. Más alla de que los políticos de turno que gobiernan en los países de la zona euro intenten culpar a otros de la crisis de sus propias economía, resulta cada vez más difícil negar la evidencia y admitir que hemos entrado en un proceso sistémico que afecta a todos y que precisa de actuaciones diferentes, si no de un cambio completo y radical del sistema económico imperante desde principios del siglo XX.
La perpetuación de los patrones económicos anclados en el capitalismo y el neoliberalismo obligan a instaurar una dictadura de la austeridad, transformada en paranoicos recortes de servicios indispensables y garantes del Estado de Derecho que, lejos de estimular el crecimiento, acabará asfixiando aún más las exiguas reservas de las economías domésticas, creando ciudadanos más pobres y transformando países, hasta hace poco paradigmas de modernidad y occidentalismo, en ejemplo de miseria y mezquindad.
España se ha convertido en uno de estos prototipos y The New York Times pone hoy el dedo en la llaga. La deuda pública no se relajará con los 100.000 millones y la presión ejercida por el Gobierno para hacer frente a esa deuda y los recortes sistemáticas acabarán por hacer inevitable la necesidad de otro rescate al que no podremos disfrazar con malabarismos dialécticos.
Imagen: Redacción Mulera