Y eso ocurre ya incluso con lo que podrían ser buenas noticias, aunque manda narices que porque a un parado de larga duración, con importantes cargas familiares, se le ‘ayude’ a malvivir con 450 euros mensuales, tengamos que alegrarnos. El patio no da para más, desgraciadamente y, en los días que vivimos y en el país de los ciegos, el tuerto es el rey.
Efectivamente, el presidente del Gobierno se ha tirado a la piscina y de querer suprimir la ayuda a los parados, ha pasado a anunciar a bombo y platillo que la cantidad sube 50 euros mensuales. Eso sí, en función de las cargas familiares, porque hasta para ganarse el derecho a sobrevivir hay que ser pobre de necesidad y, al margen de ser parado de larga duración, tener más de dos familiares al cargo y el conyuge. Vamos, que puede quedarse tranquilo el presidente, que no creo que de para malgastar, por mucho miedo que sus ministros tengan a que con ese dinero se malcríe a los desempleados y se les fomente el deseo de vivir a cuerpo de rey, sin necesidad de buscar trabajo.
De todos modos nadie cree que estas nuevas canonjías se deban a un ataque de solidaridad de Mariano Rajoy, relajado tras sus buenas vacaciones. No, el recelo no ha hecho más que instalarse, a la espera de que el jefe del Ejecutivo abra la boca y explique (es un decir, ya sabemos que este señor no se caracteriza por explicar nada) a cambió de qué se suben los 50 euros. Muchos nos tenemos que la miseria del incremento se vea acompañada de un endurecimiento en las condiciones para acogerse al Plan Prepara, lo que al final se traduciría en menos personas beneficiarias de la ayuda. Al tiempo.
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