Vuelven los políticos del Gobierno, luciendo morenito y las huellas de las gafas de sol marcadas en la cara a lo Soraya Sáenz de Santamaría, a su cruda realidad cotidiana. Bueno, el presidente Rajoy no vuelve, acaba de encontrársela, según las declaraciones que ha hecho a distintos periódicos europeos, donde asume que sus promesas electorales no han podido ser cumplidas por culpa de la realidad política. Pareciera que don Mariano hubiese estado de vacaciones el último lustro y que mientras ejerciera de jefe de la oposición, si es que alguna vez ejerció, su diario de cabecera hubiese sido el MARCA.
De todos modos regresan, digo, los miembros del Gobierno, después de haber sufrido lo indecible en este mes de agosto que pasó, obligados a vacacionar en tiempos tan convulsos, porque no puedo creer que se hayan ido de vacaciones por voluntad propia, que estando el país como está habría sido un desatino y una falta de interés tal que… vaya, que no me lo planteo siquiera; a estos los han obligado a disfrutar en vacaciones.
Sentados ya en sus despachos, al resto de españoles y a la comunidad internacional les huele a rescate. Claro que el presidente y la vicepresidenta ya han dicho que no se ha negociado nada y, ya se sabe, si algo tienen estos del PP es que donde dicen digo… eso va a misa… del Opus, claro.
Se acercan dos importantes citas electorales, las de Galicia y las de Euskadi, que van a servir de pulsómetro, para medir el grado de cabreo de los ciudadanos. Así el ambiente, Rajoy, que siempre ha sido muy dado a mirar para otro lado, anda disimulando cantidad, como si lo del rescate, por mucho que se lo grite Alemania, y eso ya es decir, no fuera con nosotros.
Al final todos empezamos a asumir que este hombre nos está cavando la sepultura, que seremos rescatados, que nos harán pagar durante décadas, que estaremos más vendidos si cabe y que, en este Gobierno, el ‘digo’ y el ‘diego’ hace tiempo que quedaron fusionados.
Imagen: Diario Progresista