A dos días de la llegada de la canciller alemana a La Moncloa, el sentido común impone luto riguroso ante lo que podría ser otra andanada de exigencias leoninas que hundirán, ya más allá de las tinieblas, a los sufridos ciudadanos españoles. Angela Merkel viene a entrevistarse con el presidente del Gobierno español, quien con toda probabilidad la recibirá firme y en perfecto estado de revista. Tal vez después de esa jornada, Mariano Rajoy admita que España solicita el rescate.
De hecho eso es lo que todos los expertos esperan que haga Angela Merkel en su periplo español, exigirle a su ‘colonia’ que pida el rescate oficialmente y, por supuesto, dejar la lista de deberes para el nuevo curso político, entre los que destacarán, con toda probabilidad, una apretada agenda de ‘ajustes’, como gusta de llamarlos el Gobierno.
Lo malo es que llueve sobre mojado y que las maltrechas economías domésticas de la inmensa mayoría de españoles ya no está para mucha exigencia y, de seguir esquilmando pienso a la famélica gallina de los huevos de hojalata, la única salida que se ve cada vez más acá del horizonte es un estallido social que, por mucho que los informativos y el propio Gobierno, se empeñen en ocultar, posee más focos que los incendios intencionados que achicharran España.
El ánimo de la ciudadanía no está para bobadas. El índice de suicidios se ha disparado. Angela Merkel no es bien recibida y España está hasta la peineta de tanto Reich y tan poco presidente.
Imagen: Burbuja