La mayoría de los días, a poco que se tenga una minúscula partícula de conciencia, escribir Blog Economía se convierte en un calvario. Dar vueltas a la enorme pelota en la que han ido convirtiendo la crisis económica y contemplar con ojos atónitos cómo se desmoronan los pocos logros que otros antes que nosotros habían conseguido a base de lucha y padecimiento… es terrible.
Pero aún más lo es sentirse atrapada en esa rueda gigantesca, como un hámster enjaulado que corre y corre kilómetros diarios para ir a ningún lado. Así, cada mañana, durante horas, leo las noticias, compruebo los índices, veo la evolución de la última jornada, oigo las necedades de algunos políticos, de algunos ministros, de algunos millonarios, de algunos banqueros… es ofensivo.
Luego, debo hacer como que todo lo que escribo sirve para algo o creérmelo yo misma, porque excepto para mal comer… no sé si merece la pena sentir tanto dolor cada día y comprobar que las cosas no han cambiado nada y, de hacerlo… ¡cuánta razón tenía el maldito Murphy y su estúpida ley!
Pero aún así, en el día en que una conoce que los datos del paro son brutales, tan brutales que se me cae la cara de vergüenza al pensar que casi dos millones de familias de este país tienen a todos sus miembros sin trabajo, sin ingresos, sin dinero, sin comida… ¿Cómo demonios pretenden los bancos que la gente pague por unas hipotecas sobredimensionadas que ellos mismos otorgaron con dudosa legalidad? ¿Cómo puede cualquier Gobierno continuar con los ‘presupuestos más sociales de la historia de la Democracia’, mientras se les suicidan los ciudadanos por desesperación?
No, el suicidio no es una opción y no permitamos, mucho menos los periodistas y los informadores, que nos maquillen las cifras reales de muertes de este tipo, cómo se han disparado o cuántas suceden al año… es mezquino. Si el sistema no para esta oleada y las circunstancias que lo provoca, entonces sí, tendremos que ser antisistema y eso no es malo, ni condenable, es una obligación. No permitamos que la gente muera de hambre o de angustia o de desesperación o de desamparo. Paremos esto ya.
Imagen: La Comunidad El País