Desde que cogió su cartera allá por diciembre de 2011, hace tan poquísimo tiempo que parece mentira que le haya dado para decir tantas… perlas, la ministra de Empleo, Fátima Báñez ha tocado techo político y, sobre todo y lo más importante, intelectual. No creo que después de que esta mujer afirmara ayer, con sonrisilla bobalicona, que España está saliendo de la crisis, la ministra del PP pueda superar su plusmarca.
Con sus tiernas e inocentes palabras, Fátima Báñez obviaba de una tacada los casi 6.000.000 de parados y escalando, conseguidos durante sus pocos meses de ministerio; y el suicidio de algún que otro ciudadano por falta de medios para conservar su vivienda; o las muchas manifestaciones, que a diario se organizan en protesta por las condiciones en que se vive en su país; o las estadísticas que avalan que en España se pasa hambre; o la destrucción de tejido empresarial; el recorte de funcionarios; el agujero de la Seguridad Social; la tensa espera hacia otro rescate; la degradación de tantas entidades a bono basura; la llegada del banco malo; la subida de impuestos; el abandono de la Sanidad o la Educación; la retirada de becas; los niños que ya solo comen en los colegios; los comedores sociales; los buscadores entre las basuras…
No, yo no soy nadie para dudar de la capacidad de una señora que ostenta un cargo tan importante para la buena marcha de mi país. Por tanto, esquivo el pensamiento de la incompetencia y creo que Báñez es una iluminada que ve algo que yo no estoy preparada para percibir.
Claro que eso no se llama ministerio, se llama videncia y se lleva a cabo en muchas televisiones a altas horas de la madrugada, entre la teletienda y los programas de sexo y chat.
Imagen: EFE/El Plural