A pesar de haber sido uno de los requerimientos más demandados por políticos y ciudadanos a lo largo de los años, al final la Casa del Rey ha esperado a que los negocios de uno de sus miembros hayan entrado en el farragoso terreno de la sospecha y las posibles y aún presuntas corruptelas del yerno del monarca salpiquen de lleno a todo el conjunto regio, para hacer públicas sus cuentas y a qué dedica cada céntimo, aunque eso aún está por ver.
El rey ha decidido quitar al duque de Palma de la foto, sobre todo en fechas navideñas, cuando el monarca, su consorte y los “niños” de ambos aparecen más entrañables que nunca y entran en casa de los súbditos con aire campechano, próximo y afectuoso, a través de todos los medios de comunicación.
Pero este año, los Reyes de España se alejan bastante de los Reyes de Oriente, porque algunos miembros de la Casa Real podrían haber estado “choriceando” a los españoles, en vez de dejarles regalitos en los zapatos. Y esos miembros, en vez de dar de comer a sus nietos (los del rey), ponían empresas y sociedades a nombre de sus hijos.
Aquí en España somos muy aficionados a los refranes, por ejemplo, a bote pronto se me viene a las “mientes” aquel que decía, “cuando el río suena…” Pues mucho ha debido sonar en un mes, para que el nuevo jefe de la Casa del Rey se haya decidido a afirmar que el comportamiento del marido de la infanta Cristina no le parece ejemplar, en esas actividades empresariales de Urdangarín que ahora son investigadas y algunos de sus detalles “filtrados” a la prensa.
Parece que el monarca rinde cuentas y que va a hacerlo, presumiblemente, antes de final de año a través de la página web de la Casa del Rey. Y mientras, ¿qué dirá a los españoles en su discurso de Navidad? Podría ser un buen momento para hablar claro.