Vamos, que a día de hoy se firman menos hipotecas que nunca (no se alcanzaron siquiera las 14.000 el pasado mes de julio, convirtiéndose en un mínimo histórico del Instituto Nacional de Estadística –INE-) mientras que los intereses se disparan como nunca, situándose en el 4,40%, bastante más elevado que el 3,8% del 2012. Además, hay que tener en cuenta el endurecimiento de las condiciones de los préstamos por parte de bancos y cajas.
Vamos a tomar como ejemplo la hipoteca media que indica el INE, de unos 100.000 euros. Teniendo en cuenta que la mayoría de las entidades sólo conceden el 80% del valor total de la vivienda o tasación, tenemos que el valor del inmueble es de unos 125.000 euros (un 20% más). Los gastos de gestión de compraventa son de un 10%, lo que equivale a 12.500 euros, mientras que la comisión de apertura de la hipoteca suele ser del 1%, lo que se traduce en 1.000 euros más.
A todo ello hay que sumarle los intereses del préstamo, que en la actualidad se aplica el valor del euríbor más un diferencial medio del 3%. Poniéndonos en el caso de que la hipoteca sea a 25 años y que durante dicho tiempo el euríbor se mantenga en una media del 1,5% (con mucha suerte, ya que volverá a subir lo suyo), el interés que se aplicará a la hipoteca será del 4,5%. Traduciendo estos porcentajes en dinero, tenemos que el cliente deberá abonar al banco 66.750 euros en intereses.
Vamos, que al final, el banco nos cobra los 100.000 euros que hemos pedido más 80.250 euros de gastos, comisiones e intereses. Es decir, un 64% más de lo que costó la casa en sí. ¿Realmente merece la pena?
Imagen y más información: Cinco Días