Standard & Poor’s ha sido la primera agencia de rating que ha decidido expulsar a Francia del Olimpo de la triple A. La baza de Sarkozy para pelear por su ya de por sí difícil reelección presidencial, le ha estallado entre las manos tras el golpe dado por S&P a la segunda economía de la Eurozona. El aliado de Alemania ha sido apeado del podium de los mejores, en medio del feroz ataque que la agencia crediticia norteamericana ha lanzado contra la deuda soberana de 10 países europeos y que también ha costado la máxima calificación a Austria.
Por supuesto, en esta arremetida de la calificadora norteamericana, tampoco España ha salido bien parada, al ver cómo su clasificación bajaba dos escalones y despreciaba así las duras medidas adoptadas por el nuevo Ejecutivo español, quien a través de su ministro de Hacienda, Cristobal Montoro, no ha dudado en afirmar que esa rebaja viene de atrás y en alusión a que era culpa del Gobierno de Zapatero.
La reacción del ministro se realiza en comunión con las formas impuestas por el nuevo presidente. Para Mariano Rajoy echar balones fuera y culpar de todo lo habido y por haber a otros, sin asumir responsabilidades directas, se está convirtiendo en una especie de mantra que anticipa lo que será todo su mandato, como el de los acusicas de patio de recreo, tal y como ha dejado patente Cristobal Montoro. La otra opción es desaparecer durante semanas y no dar la cara.
Sin embargo la embestida de S&P, que también afecta a nuestro país, obedece a otro tipo de razones y el ataque, que podría verse secundado en las próximas semanas por Moody’s y Fitch, se enmarca más en una cuestión global que amenaza y pone de nuevo en el objetivo a la economía de toda la Unión Europea.
Lo cierto es que esta decisión de la agencia de rating norteamericana, con la que avisa de que la política económica seguida por la UE no es suficiente para ellos, tal vez pudiera servir para encarar otra forma de atajar la crisis de la deuda, al constatar que el endurecimiento fiscal y los terribles recortes, entre otras medidas antisociales, sólo sirven para alimentar a los especuladores a costa de las economías domésticas y el dinero público.
Quizá ahora Sarkozy se atreva a plantar cara a Alemania y lidere una Eurozona dispuesta a cambiar radicalmente el tipo de política económica que la canciller alemana, Angela Merkel, impone desde su situación hegemónica.