Tras analizar la situación económica española, una vez concluido el rescate bancario, tanto el BCE como la Comisión Europea afirman que todo va bien, aunque critican la lentitud de algunas reformas que consideran importantes para que nuestro país alcance los objetivos previstos.
Las entidades comunitarias señalan que debe proseguir la privatización de las entidades bancarias que recibieron ayudas públicas y no se fían demasiado de la gestión de la Sareb cuando comentan que “el desafío para la Sareb es vender una parte significativa de su cartera de activos y aumentar al máximo su valor”.
Las quejas principales llegadas desde Europa tienen que ver con el retraso en la liberalización de los servicios profesionales, así como con la falta de una reforma laboral que realmente permita solucionar la enorme tasa de paro que sufre España, además de pedir al Gobierno Español que aumente el número de reformas estructurales previstas.
Pero el Ejecutivo no está por la labor de seguir la senda marcada por Bruselas. Rajoy considera que lo importante ya está hecho y que lo que haya que cambiar en el mercado de trabajo será de poco alcance, sin olvidar la reforma fiscal que se aprobará en breve. Todo lo demás tendrá que esperar hasta las próximas elecciones generales.
España tiene pensado aprovechar la inmediatez de las elecciones al Parlamento Europeo, con un Ejecutivo comunitario muy débil, para subirse al carro de Italia y Francia, países económicamente más importantes que España y que ya han pedido más tiempo para cumplir sus objetivos de déficit.
Nuestro país no necesita flexibilizar sus plazos de consolidación fiscal, pero de esta manera nuestra economía podría ir mejorando su débil recuperación, ver reducir el desempleo y recuperar una financiación bancaria que ahora no tiene.