El proyecto comunitario de implantar un impuesto a las transacciones financieras, la llamada tasa Tobin, trae de cabeza a los grandes inversores financieros de Europa. Afirman que la puesta en marcha de la tasa Tobin afectará gravemente a sus ingresos, ya que las operaciones financieras más importantes buscarán sedes donde no se aplique la tasa, principalmente Londres, perjudicando a otros centros de negocios como Madrid, Milán, Paris o Fráncfort, donde si se va implantar.
La idea ha visto reducida su relevancia inicial, que implicaba gravar los mercados de divisas y deuda, mientras que ahora solo se plantea aplicar la tasa Tobin en las ventas de acciones y sus derivados, teniendo en cuenta el origen de la transacción y no el lugar donde se negocia la operación.
Los analistas del holding español de mercados financieros, BME, afirman que “el impuesto no es precisamente una ayuda para que las fórmulas de financiación a través de los mercados ganen adeptos”, aunque desde el Gobierno español se ha puntualizado que las pequeñas empresas y Mercado Alternativo Bursátil quedarían al margen de la tasa Tobin.
Desde BME se reitera que la tasa Tobin tiene más de política que de fiscalidad y no descartan que incluso nunca entre en vigor tras las elecciones europeas de este mes, además de no compartir la idea de que solo 10 países de la eurozona la implanten si tener en cuenta al resto, habida cuenta del tan cacareado proyecto de unión bancaria.
Para argumentar su rechazo a la tasa Tobin, apuntan que se reducirá el número de transacciones financieras para evitar su pago, los valores negociados tendrán una liquidez menor y esto repercutirá en sus cotizaciones, además de que el sobrecoste, en último término, será pagado por los clientes, elevándose por último, los costes de financiación de los Estados y las empresas.
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