En primer lugar, esta cifra se ha calculado con un gran desfase temporal; pues está basada en proyecciones de hace algo más de seis meses; por lo cual nada asegura que la cifra sea suficiente o adecuada. En segundo lugar, a pesar de que se ha blindado fuertemente a las instituciones financieras, el crédito no ha vuelto a aparecer; pues esto depende íntegramente de la voluntad de las propias instituciones, más allá de las coacciones que en este sentido se le entreguen; por el momento, la banca está más interesada en el mercado bursátil que en reactivar el crédito.
En tercer lugar, España tiene una enfermedad crónica de deuda privada, sobretodo a nivel de empresas. Por lo cual no basta con reactivar el crédito; sino de re orientarlo y focalizarlo, de lo contrario hay grandes riesgos de sobrendeudamiento.
Finalmente, de llegar a cumplirse las medidas coactivas, esto implicaría el intento de reactivar el mercado inmobiliario y, por tanto, una baja generalizada de los precios de venta que seguramente repercutirán sobre la baja del alquiler. Una buena noticia para quien alquila, pero una noticia compleja para los rentistas y la posible deflación que ya muestra algunos síntomas.
Por el contrario, esos 50.000 millones probablemente afectarían positivamente al empleo y al mismo mercado inmobiliario si se destinaran directamente a infraestructura pública en las comunidades más deprimidas. El problema es que estas medidas son un nuevo rescate a la banca; pero no a la economía.