La participación del nuevo presidente del Gobierno español en su primera cumbre europea ha tenido algunos sobresaltos. Por una parte, lo han apurado para que señale algunas medidas concretas sobre los presupuestos.
En España ya conocemos la retórica de Rajoy en este sentido que está plagada de buenas intenciones generales, pero que concretiza poco. Puede ser una muestra de prudencia política, lo cual no sería desaconsejable en el contexto actual; pero también puede ser que muchas de las medidas no estén demasiado concretizadas. No hay que olvidar que Rajoy se reservó los nombramientos hasta último minuto, y muchos de los equipos de gobierno están en marcha Blanca. Lo más probable es que se trate de lo segundo, queda a opinión del lector.
Por otra parte la negociación de los sindicatos con la patronal se ha vuelto especialmente compleja, y la carta de presentación ideal para Rajoy en esta cumbre era presentarse con una reforma laboral bajo el brazo, pero eso no sucedió, y además promete un panorama no demasiado alentador. Pues no hay claridad en las negociaciones, y el gobierno tampoco se ha involucrado en forma de mediador. Así que además de aprender inglés, al presidente del gobierno le quedan varias otras tareas pendientes antes de presentarse en estas cumbres.