Durante la campaña electoral, Rajoy dirigió todos sus dardos al problema económico, las cifras de desempleo y los diversos indicadores que mostraban la crisis económica española. Este discurso le valió en buena medida presidir la actual legislatura. Aunque el gobierno anterior le ayudó bastante con una serie de medidas absurdas a destiempo y a medias, en materia económica, que sólo mostraron indecisión; y que terminaron sometiendo la economía española al arbitrio de Bruselas.
No obstante, las cifras económicas siguen en descenso, y como el año 2012 promete venir cargado de movimientos sociales y reformas impopulares, el gobierno aprovecha un golpe mediático para anunciar una serie de reformas políticas e ideológicas; que servirán a Rajoy para acercar posiciones con sus compañeros de partido más conservadores, y en general con las posiciones más conservadoras de la sociedad española. Pero a la vez, esta serie de medidas funcionan muy bien como distractor en materia de política económica, pues desvían la atención de la ciudadanía y de los medios.
Se trata de una carta bajo la manga; pero de una carta muy reconocible del viejo estilo político y que puede tener doble filo; pues a la vez que busca distraer a la ciudadanía y a los medios; también puede terminar distrayendo al gobierno que deberá gastar cartuchos en este tipo debates y tensionar el trato con la oposición y los agentes sociales, trato que debería más bien cuidar; pues el contexto de reformas económicas lo requiere. El salvavidas puede ser de plomo.