Muy pronto la patronal se ha desdicho de lo que ha venido pregonando desde hacía muchísimos meses. Si su mantra durante todo este tiempo ha sido que se ligara el sueldo de los trabajadores a los niveles de productividad, ahora el discurso, como el del Gobierno del PP, cambia a cada paso que se da en cualquier tipo de dirección.
Imaginamos que los responsables de la CEOE han visto el terreno abonado por un Ejecutivo dispuesto a todo, siempre desde una perspectiva más allá de lo puramente conservador, más allá del pensamiento liberal y casi al borde de principios económicos que no veíamos desde la época de la Revolución Industrial, cuando trabajador era más un sinónimo de esclavo y la palabra patrón se vinculaba más con amo o dueño.
Ahora la CEOE ya no ve con buenos ojos que productividad y salarios vayan ligados. Lo que hasta hace poco ha parecido una solemne barbaridad a cualquiera que crea en los derechos de la clase obrera, que se está viendo empujada a fuerza de mazazos y pisoteo a recuperar su conciencia de clase, ahora lo ve convertido en una solemne tontería si se tiene en cuenta que la patronal va a solicitar que los sueldos se vean recortados por debajo de la productividad.
Nadie en su sano juicio podría afirmar que nos encontramos en el siglo XXI. Yo, particularmente, retomo el día de hoy, bicentenario del nacimiento de Charles Dickens y les invito a releer algunos de sus inmensos libros. A ver si así somos capaces de echar la vista atrás y recordar cómo era todo hace tiempo y que eso, por muy absurdo que parezca, parece estar aquí de nuevo.