Cuando millones de personas salen a la calle a manifestarse en contra de una reforma laboral vale la pena hacerse la pregunta. ¿Cuál es el razonamiento que hay detrás de la reforma? Especialmente porque incluso el propio gobierno ha admitido que no genera empleo, y que de hecho destruirá una buena parte del empleo público, en conjunto con los recortes de presupuesto público.
Pues bien, el razonamiento es que esta reforma modificará el mercado del trabajo español haciéndolo más competitivo, lo que en algún momento será bueno para las empresas españolas y en aquél momento comenzarán a contratar más gente.
Bueno, es un razonamiento bastante débil, efectivamente el mercado del trabajo se transformará y probablemente llegue el momento en que eso vuelva a las empresas más competitivas. Sin embargo la ecuación no está completa. Tal competitividad será efecto de tener un mercado del trabajo precarizado salarialmente, con cuotas altas de despidos, recontrataciones temporales e inseguridad laboral; es decir, las empresas serán más competitivas porque sumarán rentabilidad a costa de salarios. Sin embargo esto es sumamente temporal y se agotará prontamente, mientras los daños sociales serán permanentes.
El camino es absolutamente distinto, es necesario sentar las bases para el desarrollo de la economía real, estimulando vías de industrialización sostenible, consumo interno, procesos de escala, plataformas comerciales e investigación. Estos son los elementos que en términos estructurales pueden aportarle competitividad a la economía española, no los manejos contables de rentabilidad; eso es maquillaje, no desarrollo.