La multitudinaria explosión que en los últimos años ha poblado Europa de comerciantes chinos, con una enorme inclinación hacia los bazares sobre todo en España, está contribuyendo a que las familias europeas ahorren hasta 300 euros al año, según la información facilitada por las propias autoridades del gigante asiático.
El europeo de a pie a visto en los artículos made in China, una forma de obtener género cotidiano a muy bajo precio, aunque en muchas ocasiones ni siquiera nos preguntemos a costa de qué se consigue ese low cost empresarial.
Lo cierto es que en épocas de crisis tan agudas, donde cuesta que los salarios alcancen los mil euros mensuales, mientras la bolsa de desempleo continúa creciendo a un ritmo desenfrenado, la mayoría de los ciudadanos dejan de plantearse preguntas cuyas respuestas nos podrían hacer reconsiderar a quiénes les compramos y qué repercusiones conlleva el adquirir cierto tipo de mercadería. Al parecer las condiciones a las que también se ve abocada la economía doméstica de millones de familias del viejo continente no deja tiempo para cargos de conciencia.
Así llegamos a que la Unión Euorpea es el segundo cliente de China a nivel mundial, sólo superados por Estados Unidos. Para comprender el impacto de las importaciones llegadas de china baste el dato de poco más de una década. Con la llegada del nuevo milenio, la UE gastó 75.000 millones de euros en productos chinos. Hoy, doce años más tarde, las importaciones llegadas desde el país asiático rondan los 250.000 millones de euros.
Imagen: Absolut Benidorm