El Gobierno del Partido Popular apostó, al comienzo de su mandato, por aprobar una reforma laboral basada en la flexibilidad interna de las empresas, para que estas pudieran adaptarse mejor a las situaciones cambiantes del mercado.
Los datos del Instituto Nacional de Estadística y de la Seguridad Social confirman esta transformación de nuestro mercado de trabajo: en España el empleo es temporal y a tiempo parcial, y por primera vez desde 2007 el empleo a jornada completa e indefinido supone menos del 50% del total.
La reducción del empleo indefinido es una constante en España desde que entró en vigor la reforma laboral. El empleo que crece es de baja calidad y esto se plasma en la bajada de la recaudación de la Seguridad Social, ya que si los trabajos son peores también lo son los sueldos, y las cotizaciones van en el mismo sentido, por lo que la hucha de la Seguridad Social va por mal camino.
El contrato que ha tenido más éxito en España con la reforma laboral ha sido el de formación y prácticas, que crece un 37,2% al año. Esto supone que aumenta el número de becarios y trabajadores en prácticas en las empresas: una mano de obra más barata y con menos derechos laborales. Muy lejos de este tipo de contrato, los incrementos más destacados se ven en el fijo discontinuo, que crece un 6,5%, los temporales a jornada completa con subidas del 6% y los temporales a tiempo parcial con un 5,6%.
La temporalidad en el empleo es un fenómeno habitual en España, en plena burbuja inmobiliaria representaba un 30% del total, pero la diferencia estaba en que la gente iba al paro por un periodo de tiempo reducido, sabiendo que a corto plazo encontraría otro trabajo.
Pero con el ladrillo hundido, el empleo temporal no para de aumentar y el Ejecutivo central apuesta además por esta tendencia. Así, en 2012 el empleo temporal suponía el 19,6% del total, mientras que en estos momentos alcanza el 22,5%, y el empleo indefinido a jornada completa no llega ahora ni al 50% del total de contratos en España.
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