El G20, a través de su Consejo de Estabilidad Financiera, ha comenzado a consultar los términos y los principios de actuación que debería tener un nuevo fondo de las entidades financieras más grandes que evite el posible rescate de estos bancos con ayudas públicas.
Este fondo, llamado G-SIBs, que servirá para que los bancos sistémicos globales puedan recapitalizarse y ser absorbidos por otros, es una de las medidas que pretendía llevar a cabo el G20 en 2009, cuando los Ejecutivos de los estados miembros de este grupo se esforzaban en salvar entidades financieras que iban a la deriva.
Se espera que para antes de fin de año el Consejo de Estabilidad Financiera haya perfilado una idea en la que se incluyan las condiciones necesarias para que las pérdidas económicas que tengan los bancos más relevantes puedan ser absorbidas por otras entidades en mejor situación.
Estas condiciones deberían, según el Consejo de Estabilidad Financiera, que los responsables políticos de cada país puedan “implementar una estrategia resolutiva que minimice cualquier impacto sobre la estabilidad financiera y asegure la continuidad de las funciones críticas de la economía”.
El G-SIBs debería servir para que los Gobiernos de cada país no tengan que destinar cuantiosas ayudas públicas a salvar a entidades financieras, controlar mejor los riesgos a los que está sometido cada banco, aumentar la competitividad de los bancos sistémicos de cada país y establecer unas nuevas reglas de juego para el sector financiero de los países más desarrollados del mundo.
En este sentido, Mark Carney, gobernador del Banco de Inglaterra y presidente del Consejo de Estabilidad Financiera del G20, ha señalado que “una vez puesto en marcha, los acuerdos jugarán un papel clave al permitir que los bancos sistémicos a nivel global puedan operar sin recursos públicos y sin generar tensiones sobre el conjunto del sistema financiero”.
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