Ahora bien, la reducción del salario mínimo implica un retroceso social importante, aunque el mayor porcentaje de griegos que ganan el salario mínimo se encuentra en las empresas privadas y no en la administración pública, por lo cual es una medida poco efectiva en forma directa contra la deuda. Sin embargo lo que realmente está en juego en la economía griega es un experimento económico que de resultar a mediano plazo implica su proyección al resto de Europa.
En este sentido, aunque la deuda es de hecho un problema real, asumir esto en forma unilateral en el discurso y en las medidas económicas responde más bien a un recurso ideológico que a un análisis técnico. Todas las medidas obedecen a un rumbo previamente fijado, el del programa económico neoliberal. De resultar esto en Grecia se transformará en el rumbo que los líderes europeos piensan seguir durante los próximos 30 años: disminución del Estado, privatización de las empresas nacionales, liberalización del empleo, consolidación del mercado bursátil. Ante ello la ciudadanía debe estar consciente que se trata de una reforma política a gran nivel, que pretende transformar el modelo social europeo, y no sólo de medidas anticrisis. Grecia en este momento es un experimento de laboratorio europeo.