Por la boca muere el pez, aunque en el caso de los cargos políticos y de la Administración del PP, quienes mueren son los ciudadanos menos favorecidos. Tendríamos que hacer una nueva campaña con aquel slogan de “pezqueñines no, gracias”, porque están dejando a la mayor parte del país sin resuello.
Vuelve a ser Luis de Guindos, el titular de Economía, quien se retrata, como cada vez que abre la boquita, que deberían cerrársela de una vez, porque para lo que dice… claro, que sus homólogos europeos y sus compañeros de Gobierno en España tampoco es que digan cosas más interesantes, a no ser que seas banquero, especulador, ladrillero, posible corrupto, gran fortuna o incluso, si me apuran, hasta grande de España.
Ahora, después de decir que hoy le tocaba “drama griego”, en alusión al posible contagio de la crisis de Grecia a la economía española, el señor ministro va y suelta en petit comitè y al oidito del comisario europeo de Economía, Olli Rehn, algo así como que se nos van a caer los palos del sombrajo con la reforma laboral que nos tienen preparada.
Esto ya suena a cachondeo. Hoy a de Guindos se le va la pinza de la discreción, si es que alguna vez la tuvo y se va de secretitos con Rehn, con la “mala fortuna” de que una cámara ¿indiscreta? grabase toda la confesión: “Mañana aprobamos la reforma laboral” (…) “La verás: será extremadamente, extremadamente agresiva” (…) “flexibilidad en la negociación de los convenios colectivos” (…) “reducir la indeminización por despido”. Al comisario, que soltó un ¡genial! en inglés, sólo le faltó besarlo.
El diario Público ha reproducido la conversación y a quien tenga un dedín de luces, ya no pido más, no puede pasarle por alto la coincidencia con la ida también de pinza de la prudencia al presidente Mariano Rajoy, quien ya anticipó la huelga general en pleno Bruselas.
¿Estas son las formas con las que nuestros ministros y nuestro propio presidente van a comunicarnos los mazazos que nos tienen preparados durante su legislatura? A empacho de novela de espionaje durante la guerra fría es a lo que suena. A gran falta de respeto por los españoles, también.
Imagen: Público