El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, aguantó los envites de la Unión Europea e incluso las críticas de los agentes sociales y políticos de España, quienes le reprochaban estar ocultando sus verdaderas intenciones para no perjudicar al PP en las elecciones de Andalucía y Asturias. Se le imputó el no dar la cara y hoy ha seguido sin darla, después de que su Consejo de Ministros haya aprobado los presupuestos más opresivos de la historia de la democracia española. Ni siquiera en un momento como este, el presidente ha explicado a los ciudadanos el por qué y el para qué de una decisión que ha dado al traste con materias tan importantes como las políticas activas de empleo, la Ley de Dependencia o las ayudas a la vivienda.
El presidente vuelve a practicar la artimaña del camuflaje y se escabulle de una responsabilidad que se merecen los ciento de miles de personas que salieron ayer a las calles a manifestar su desacuerdo con las medidas que está adoptando. En vez de eso, después de que más del 75% de los trabajadores de este país secundaran una huelga general, que debería ser interpretada como un bofetón a sus cien primeros días de gobierno, Mariano Rajoy se encierra en su armario y nos pega un hachazo a nuestra economía, que sólo puede ser juzgado como un total desprecio a la voluntad del pueblo soberano y encima con ciertos aires chulescos, como los de la presidenta de Madrid que hoy ha acusado a los sindicalistas de antipatriotas y de querer convertir España en Grecia.
A perlas como esas ya nos tiene muy acostumbrada Aguirre quien, como su homónimo don Lope de Aguirre, el arrasador inmisericorde de pueblos sudamericanos durante el siglo XVI, debe creerse ‘La ira de Dios’, para llenarse la boca de conceptos tan grandes.
Sin embargo esa es la realidad a la mañana siguiente de una huelga que ha gritado, a la cara del gobierno y al PP, lo que se viene opinando en España sobre sus políticas económicas. Así los ministros se han sentado para recortar, junto a la figura evasiva de nuestro presidente, más de 27.000 millones de euros.
Entre ellos, casi 1.600 millones en programas de empleo, formación y bonificaciones a la contratación; se cercena el presupuesto de Educación más de un 21% y casi un 14% en Sanidad; elimina casi 1.400 millones de Ayuda al Desarrollo; congela el sueldo de los funcionarios; sube la luz un 7% y un 5% el recibo del gas; eleva los impuestos en 12.300 millones de euros…
Eso sí, en la misma jornada, el presidente del Gobierno también ha hecho mutis por el foro y nos ha dejado sin explicaciones para una amnistía fiscal que ha concedido por obra y gracia a las grandes fortunas. Con ello, el Ejecutivo de Mariano Rajoy promete la absolución para el capital que regrese a España o permanezca encubierto dentro del país, imponiéndole un “gravamen especial” de tan sólo un 8% o 10%, que les deja libre de cualquier tipo de sanción o penalización.
Para que nos entendamos y en lenguaje práctico, bajo la apariencia de medida recaudatoria por valor de 2.500 millones de euros, el Gobierno del PP ofrece una magnífica oportunidad de “blanquear” dinero negro. Si se llama de otra manera, que lo explique nuestro presidente.
Imagen: La Información