El Bundesbank ha recortado notablemente las previsiones de crecimiento de Alemania para el próximo año. Lo malo para la economía teutona es que la corrección del Banco Central Alemán llega sólo un semestre después de que anunciara que la riqueza de Alemania crecería un 1,8% durante el 2012.
Sin embargo y en plena cumbre en la que la canciller alemana, Angela Merkel, va dispuesta a aplicar todo tipo de correctivos y amenazas a los países de la Unión Europea, las noticias desde casa no le son nada halagüeñas y el Bundesbank ha hecho pública sus previsiones corregidas a la baja, dejando la cifra en sólo un 0,6% y con la espada de Damocles del estancamiento sobre la cabeza de la lideresa germana.
Y es que la entidad prevé un invierno complicado para la crisis de la deuda soberana que atraerá malos tiempos y “considerable riesgo a la baja”. Por supuesto que el Banco Central Alemán, en su informe, echa balones fueras culpando de todos los males a la crítica situación de la finanzas públicas de buena parte de los países de la eurozona y, ahora sí, también a la debilidad de la situación económica mundial.
No son pocos los analistas que señalan a Merkel como la culpable de una desastrosa situación que se podría haber evitado sin las continuas maniobras subrepticias de la canciller, en contra de la U.E. y a favor de sus pretensiones políticas, que han colocado al euro en una situación aún más complicada en medio de esta crisis, y a una Francia de Sarkozy incapaz de alzar la voz contra Alemania.
Según parece esos mercados a los que tanto se alude ahora como culpables de una tiranía del dinero en contra de los logros sociales, tampoco creen ya en las palabras de Merkel, ni siquiera en su Europa de dos velocidades. Aún menos cuando, a pesar de que Francia y España le hayan bailado el agua hasta ahora, la lealtad de los mandatarios de esos estados se pueda ver gravemente dañada si sus respectivos ciudadanos comienzan a armar algarabías en un 2012 propicio para el estallido.